lunes, 28 de julio de 2014

Hispano 10 CV tipo 514

A comienzos de 1931, La Hispano de Guadalajara se preparaba para iniciar la fabricación de coches populares bajo licencia FIAT. Comenzaba así una etapa muy prometedora para la fábrica alcarreña, que había caído en manos de la célebre firma italiana. Pero la inesperada llegada de la república, con aires revolucionarios, alteraría todos aquellos planes.

 
«El señor Presidente dio cuenta a los reunidos de que en el día de hoy ha sido convenida definitivamente con la F.N.A. la venta de diez mil acciones de Guadalajara en los términos ya autorizados por el Consejo en su última sesión.»
Estas escuetas palabras, escritas en el acta del Consejo de Administración de la Hispano-Suiza celebrado en Barcelona con fecha 17 de febrero de 1931, dejaron constancia exacta de la venta de la empresa automovilística de Guadalajara a favor de la Fábrica Nacional de Automóviles, propiedad del marqués de Pescara. Pero a su vez, la F.N.A. estaba en relaciones con la FIAT, y esta sería la destinataria final de aquel paquete de acciones.
 
Así fue como el poderoso grupo italiano entró en La Hispano de Guadalajara, que había pertenecido a La Hispano-Suiza catalana desde su inauguración en 1920. No obstante, conviene aclarar que la transacción se ceñía únicamente a la sección automovilística, pues los vendedores excluyeron los talleres de aeronáutica, que continuaron bajo el control de Barcelona.
La novedosa red de carreteras realizada por la dictadura del general Primo de Rivera a partir de 1926, y el despegue económico experimentado en aquellos años, habían propiciado el auge de la motorización española. Al finalizar los felices veinte la venta de automóviles se disparaba. Por eso, no es de extrañar que los hombres de Turín desearan establecer una cabeza de puente en nuestro territorio, para aprovechar al máximo tan favorable coyuntura.
 
La oportunidad surgida a través del marqués de Pescara les llegó como anillo al dedo. Buena prueba de ello es que no había transcurrido un mes desde que formalizaron la adquisición de la factoría alcarreña, cuando ya tenían ultimado el proyecto para instalar sus cadenas de montaje. Dicho proyecto, entregado por Francisco Aritio, vicepresidente de La Hispano Guadalajara, al Ministerio de Industria con fecha 2 de marzo de 1931, exponía un minucioso estudio económico y técnico para la fabricación de dos modelos Fiat, uno de cuatro y otro de seis cilindros, con una producción estimada de 7.500 vehículos anuales.

La elección de los coches era muy acertada. El primero correspondía al tipo 514, que había alcanzado gran éxito desde su lanzamiento en Italia en 1929. Un auto popular de litro y medio de cilindrada, creado para sustituir al inefable 509 mediante una mecánica más sencilla, barata y fiable. En segundo lugar estaba el modelo 521 de 2.500 cc, perteneciente al sector medio. Amplio, cómodo y robusto, pero de precio contenido, podía competir con ventaja en el mercado frente a los coches americanos.

Todo el asunto estaba bien planificado y prometía un brillante porvenir, así que las obras de instalación comenzaron sin demora. Pero el destino jugaría una carta sorprendente y transcendental el día 12 de abril, con motivo de unas oscuras elecciones municipales cuyas consecuencias nadie hubiera podido prever. De hecho, los resultados globales dieron mayoría a los votos 34 monárquicos, pero estos salieron con desventaja en las principales capitales, lo que hizo aflorar inopinadas tensiones sociales y un tremendo desconcierto en los medios políticos. Una disparatada situación que desembocó, tan sólo dos días más tarde, en la proclamación de la II República española. Don Alfonso XIII marchó al exilio en la creencia de que así evitaba una posible contienda civil.

Lamentablemente, el tiempo demostraría que el sacrificio del rey había sido inútil. La II República, nacida bajo el signo del enfrentamiento social, pronto mostró su incapacidad para canalizar la convivencia. El 10 de mayo una densa humareda proveniente del saqueo y la quema de edificios religiosos se extendió en todas las ciudades del país como un negro augurio. Los aires revolucionarios degradaron la vida laboral en talleres y fábricas. La economía se resintió y las ventas de automóviles cayeron en picado.
A trancas y barrancas La Hispano de Guadalajara consiguió poner en fabricación el primero de los modelos previstos, el tipo 514, cuyos 35 ejemplares iniciales salieron a la venta al finalizar aquel verano. Respecto al tipo 521, nunca llegó a fabricarlo. En realidad, hoy día existen pocos datos respecto a las actividades de la factoría durante esos pocos años, y se ignora cuantas unidades del 514 produjeron, aunque todo hace suponer que no fueron muchas. Finalmente, el azaroso romance hispano- italiano de Guadalajara terminó en 1935, cuando la Hispano-Suiza volvió a adquirir aquella fábrica para ampliar su sección aeronáutica.
 

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